Rafita el niño torero


 El niño-torero Rafita Mirabal, de nueve años de edad, se llevó la tarde de este domingo, en el primer festejo de feria celebrado en la Plaza Silverio Pérez de Texcoco.


Foto tomada de internet.
6-Abril-2013
Texcoco / Redacción Señor Balón
Enfrentó un ejemplar de La Guadalupana, de año y medio, y 190 kilogramos. Ese becerro era muy fuerte para la edad taurina y física del chavalillo aguascalentense quien sin miramientos se fue a recibirlo a portagayola -portagaiola así con “i”, era la antigua denominación del toril-.
El becerro salió suelto y Rafita se puso de hinojos justo en el centro del redondel donde quiso pegarle un farol, pero fue arrollado de fea manera por el astado que le dio un pezuñazo en la cara. Por un momento, dio la impresión que el pequeño torero estaba conmocionado. 
Entraron las asistencias y se lo llevaron a la enfermería de donde salió un par de minutos después entre gritos de ¡torero, torero!
Volvió a la cara de su enemigo y pegó algunos capotazos más. Pero de nueva cuenta fue prendido por su enemigo que lo lanzó por los aires. Tardó en incorporarse, pero esta ocasión no se lo llevaron a la enfermería.
A esas alturas de su actuación ya traía muy inflamado el pómulo derecho. Más tarde se le detectaría también un fuerte hematoma en el tórax.
Cuando los banderilleros que participaron en la novillada cubrieron el segundo tercio, Rafita tomó la muleta y fue a pedirle permiso al juez de plaza.
Toreó por ambos lados. Tiene idea de lo que es estar delante de la cara de una res brava, pues jamás le caminó para atrás, siempre trató de ganarle un paso. Sin embargo, es lógico que aún le falta mucho camino por recorrer y sus maestros tienen la enorme obligación de enseñarlo a torear.
Cuando regresaron a “Rapaz” a los toriles, la plaza, que registró media entrada, le aplaudió fuerte al niño de Aguascalientes quien lucía maltrecho por los impresionantes golpes que recibió.
Ojalá, no sólo por la carrera de Rafita, sino por su propia integridad física, que las personas que manejan su incipiente paso por la fiesta brava, tengan la capacidad para manejarlo de manera adecuada, pues ayer, afortunadamente, el festejo no terminó en tragedia, pues fue mucho muy grande el astado que enfrentó. Esto no quiere decir que se pidan toros chicos y cómodos para todos los toreros. Significa, que a un niño que comienza, hay que irlo llevando de manera paulatina.
Rafita demostró que tiene mucho valor y que, lógicamente, aún le falta bastante. Pero hay que presentarlo con ejemplares acordes a su edad taurina y física. Pues este domingo, en verdad que se jugó la vida y si la cosa no pasó a mayores fue porque la Divina Providencia le acompañó.
Al término del festejo, el ganadero Juan Flores se notaba molesto pues no supo que se había embarcado ese ejemplar para Rafita. “Eso no puede ser, a este niño hay que echarle algo más acorde, para dejarlo estar, para que se recree y se vaya fogueando. Pero esto fue muy duro”, señaló.

EL FESTEJO
A diferencia de la gran entrega que demostró Rafita, los novilleros que integraron el cartel, Rodrigo Muñoz y Juan Chávez, dejaron mucho qué desear. El primero, porque a lo largo del festejo extremó precauciones; el segundo, porque constantemente se le vio embarullado.
Abrió plaza Muñoz a quien se le notó apático, era como si le hubiera hecho el favor al público texcocano de ir a torear. Su novillo terminó quedándose corto, pero Rodrigo tampoco hizo mucho por emocionar al tendido.
Su segundo salía suelto de las suertes y el capitalino estuvo sin plan, frío, apenas cumpliendo. Tardó en matar y escuchó un aviso además de las protestas de los aficionados.
El primero de Juan Chávez acometía con la cabeza arriba. El michoacano no pudo someterlo y pasó sin pena ni gloria. Después de porfiar con la toledana escuchó dos avisos.
El mejor astado del encierro de La Guadalupana fue el cuarto del festejo que correspondió a Chávez quien fue molestado por el viento.
Ante ese ejemplar demostró voluntad y ganas por agradar, pero dio la impresión que quería hacer todo al mismo tiempo. De nueva cuenta falló con la toledana y el juez le envió dos bocinazos.
La tarde de este domingo Rodrigo Muñoz y Juan Chávez no demostraron avance alguno en su carrera, pese a que son dos novilleros que ya actuaron en la Plaza México.
En quinto lugar actuó el rejoneador Rodolfo Bello a quien le hace falta mucho camino por recorrer. Puso cuatro rejones de castigo y ocho banderillas, con más ganas que técnica. La autoridad en turno le concedió una oreja benévola.
Al final del festejo los aficionados salieron hablando de Rafita pues en verdad se jugó el físico.